Transfiguraciones cotidianas

Y mientras [Jesús] estaba orando, su cara cambió de aspecto y su ropa se volvió de una blancura fulgurante. Lucas 9:29

Un tema frecuente de la literatura es: las cosas no son siempre lo que parecen. El sapo es un príncipe; el mendigo a la puerta del castillo es el rey; la Cenicienta, la criada, es la bella doncella en el baile del príncipe. Este también es uno de los temas principales de la Biblia. David, el pastorcito, es el próximo rey de Israel. María, la campesina de Nazaret, es la madre del Mesías. Y Jesús, el predicador de Galilea, es el Hijo de Dios.

Pedro, Santiago y Juan fueron testigos de la transfiguración de Jesús en el monte Tabor. Pero no reduzcamos la transfiguración a ese acontecimiento. Nosotros presenciamos transfiguraciones todos los días: la pequeña semilla se convierte en un impresionante girasol, la oruga se convierte en una hermosa mariposa, el jugo de las uvas se convierte en un buen vino. Y, la más grande de todas las transfiguraciones: el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

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