Aprender a mirar más allá

¿Quién es como el Señor, nuestro Dios, que se sienta en las alturas?… Salmo 113:5

Nuestra nieta de 7 meses es sentada de frente a las flores de nuestro patio a comer y merendar . Me encanta como va despertando ya su curiosidad y su sentido de admiración por lo que la rodea.

Observarla me hace pensar en la importancia de mantener esa actitud infantil hacia el misterio que llamamos Dios. Me resulta tan tentador pensar que, si le asigno un nombre a algo, significa que realmente lo conozco y lo entiendo. Por supuesto, no hay nada más alejado de la verdad. Para encontrar realmente una flor, un cielo nocturno, a una persona o a Dios, tengo que estar dispuesta a detenerme, inclinarme y contemplar con asombro.

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