¡Quién necesita piedad, sino aquellos que no tienen compasión de nadie! Albert Camus, escritor y filósofo francés
Cuando uno de los discípulos de aquel milenario templo cometió un error de juicio muy grave, todos los pupilos esperaban impacientes que el maestro adoptase una posición al respecto y le infligiera un duro castigo. El maestro no hizo nada durante un mes entero y alguien al fin protestó ante él: —Maestro, no podemos ignorar lo que ha sucedido. Después de todo, Dios nos ha dado ojos. —Sí —respondió el maestro— y párpados también, para cerrarlos de vez en cuando. Ejerce la compasión. Es un atributo genuinamente humano.