**»El Verdadero Tesoro»**

El susurro del deseo, una sombra furtiva,
Se desliza en el alma, prometiendo una ganancia vana.
Un brillo efímero, un objeto ajeno, la tentación,
Como un veneno dulce, invita a la transgresión.

Mas la mano que se extiende, sin permiso ni honor,
No solo toma un bien material, sino que siembra dolor.
El corazón del despojado, un eco de vacío y pena,
La confianza rota, una herida que el tiempo apenas serena.

¿Qué precio tiene el instante de un placer robado?
Un peso invisible, en el espíritu grabado.
La paz se disipa, el sueño se torna inquieto,
La mirada evade, el alma en un perpetuo secreto.

Antes de que el impulso, ciego y voraz, domine el ser,
Detente un momento, deja a la razón florecer.
Reflexiona en el eco de cada acto, en su vasta extensión,
En la tela invisible que une toda acción.

Considera el rostro de aquel a quien la falta hiere,
La labor de sus manos, el sudor que prefiere.
Piensa en la justicia, en la senda de la rectitud,
En la paz que otorga una conciencia de plenitud.

Porque el verdadero tesoro no reside en lo adquirido sin derecho,
Sino en la integridad, en el corazón satisfecho.
En la nobleza de obrar con verdad, con cada aliento,
Y en el legado imperecedero de un vivir sin lamento.

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