Dios solo

“Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob, ¡bendito seas! Protégeme, porque estoy sola y no tengo más defensor que tú”. (Est C, 14b)

: A menudo sonamos como Ester, la reina fuerte y valiente, cuando clamamos a Dios en la necesidad. ¿Pero vivimos como Ester, no sólo diciendo las palabras sino realmente en serio, incluso cuando las cosas no van bien? La mayoría de nosotros nos convertimos a nosotros mismos o a las cosas en nuestras vidas en una especie de dioses. Nos gusta tener el control de lo que sucede en nuestra existencia diaria y por eso nos aferramos a las riendas, asegurándonos de que podemos mantener todo en curso a través de nuestra propia determinación. Tratamos de doblegar a los demás a nuestra voluntad, tratamos de doblegar a Dios a nuestra voluntad, pensando que sabemos lo mejor. Es usualmente sólo cuando tocamos fondo en cualquier parte de nuestra vida que está fuera de control que finalmente nos ponemos ante el Señor a la verdadera manera de Ester y reconocemos, “Sólo tú eres Dios”. Reconocer que en última instancia no tenemos el poder de controlar nuestras vidas no es parte del libro de reglas moderno para el éxito. Nos dicen que, si trabajamos más duro, compramos un planificador mejor, comemos una dieta más limpia, finalmente conseguiremos controlar nuestras vidas. Esas cosas pueden ser útiles, pero son sólo una limpieza de superficie. La única manera de conseguir esa paz profunda, esa limpieza profunda es dejar ir y dejar a Dios actuar y confiar en que todo caerá en su lugar.

¿Qué cosa en tu vida hoy en día te hace sentir fuera de control o al borde del precipicio? ¿Es un problema en el trabajo, una relación que se ha roto, una adicción que sigue robándote lo mejor de ti, o tal vez el constante aplastamiento de las minucias diarias que te hace sentirte pedaleando en el agua? ¿Qué pasaría si dejaras de intentar dominar lo que sea y lo pusieras a los pies del Señor? Da miedo, lo sé, porque se siente imprudente. La gente en los programas de doce pasos sabe que la única manera de recuperarse es a través de la entrega al Poder Superior en sus vidas. ¿Puedes admitir, hoy, que sólo Dios es Dios, y que tú eres impotente solo? Pruébalo. Tu mundo no se desmoronará. De hecho, puede ser que todo se unifique por primera vez.

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