Recorriendo mi espiritualidad

La persona ignaciana está habituada a una oración contextuada.  El esquema de los Ejercicios es el riel por donde se desliza su experiencia. La persona ignaciana está, además, acostumbrada a evaluar la oración.  No se concibe, propiamente hablando, una oración que no traiga consigo su propio examen.

Los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola, además de ser una escuela de oración, son sobre todo, escuela de vida.  Escuela que puede ayudar a invertir el hecho de que como nos comportamos en la vida nos comportamos en la oración, para pasar, después de su entrenamiento, a la posibilidad de que como nos comportemos en la oración nos podemos comportar en la vida.  Es decir, que si en la oración en los Ejercicios se aprende a tener un nuevo patrón de conducta, es posible –con la fuerza de la gracia- empezar a ser una persona nueva en la vida.  Mas aún si tenemos en cuenta, que la experiencia profunda de encuentro con Dios vivida en los Ejercicios, modifica el inconsciente y por tanto hace posible que se sea realmente una persona nueva.

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