
Oh, habichuela transformada en manjar,
¿Quién tuvo la idea de dulcificar?
Un plato noble y salado por destreza,
Ahora endulzado, ¡vaya sorpresa!
¿Cómo lograste, oh frijol, tomar posición
De postre molesto en nuestra tradición?
Damas y caballeros, no malinterpreten,
Rindo homenaje al legado pues valiente.
Cuchara en mano, recitando el proceso,
La leche de coco añade un toque travieso.
Canela y clavos, en concierto aromático,
Crean en mi boca un caos dramático.
¿Pasas o batata?, siempre un dilema,
¿Verter los cristales de azúcar o crema?
La textura dudosa, casi líquida, casi no,
Como si estuviera decidiendo si partir o no.
Doy un bocado, aún maravillado,
Recordando al instante que estoy impactado.
Querida tradición, te acepto con clamor,
Aunque la idea me cause en absoluto terror.
En cada cucharada, una historia contada,
De abuelas y fiestas, una vida heredada.
Y así, cada Cuaresma me preparo a probar,
Este dulce enigma, con amor de hogar.
Pero oh, habichuela en dulce convertida,
Sigues siendo un chiste del arte culinaria erguida.
Una risa desde el corazón querido,
Por un postre querido, aunque algo retorcido.