¿Cómo afecta el matrimonio entre personas del mismo sexo el propósito público del matrimonio?

El núcleo fundamental de la institución es la relación entre sexos opuestos y se quiere introducir en ella una relación entre personas del mismo sexo”.

La ley enseña. Da forma a las ideas, que dan forma a lo que hace la gente. Un cambio radical en la ley del matrimonio tendrá al menos cuatro consecuencias perjudiciales que podemos prever. Las necesidades y derechos de los niños estarán subordinados a los deseos de los adultos. Se debilitarán las normas matrimoniales de monogamia, exclusividad y permanencia. Los niños no nacidos correrán un riesgo aún mayor del que ya corren. Y la libertad religiosa la “primera libertad” se verá amenazada.

El problema de redefinir el matrimonio no es que unos cuantos miles de hogares adicionales obtengan beneficios económicos y de otro tipo adicionales. Es que darles esos beneficios requerirá cambiar el significado público del matrimonio, lo que debilitará sus normas estabilizadoras. Ahora que la ley ha cambiado para enseñar que el matrimonio es cualquier relación consensual que uno encuentre más satisfactoria emocionalmente, la gente empezará a creerlo y luego empezará a vivir en consecuencia. Serán más receptivos a las relaciones sexualmente abiertas, temporales o con varias parejas, según lo dicten sus apetitos y fantasías. Muchos defensores del matrimonio entre personas del mismo sexo predicen alegremente precisamente eso. El resultado será una menor estabilidad familiar, lo que perjudica a niños y mujeres.

La complementariedad que define al matrimonio como la unión de un hombre y una mujer es crucial también para la crianza de los hijos. No existe tal cosa como «paternidad». Existe la maternidad y la paternidad, y a los niños les va mejor con ambas. No resta valor a las muchas madres y padres que necesariamente han criado a sus hijos solos, y lo han hecho con éxito, el insistir en que las madres y los padres aporten distintas fortalezas a la tarea.

Si la ley enseña una falsedad sobre el matrimonio, será más difícil para las personas vivir la verdad del matrimonio. Las normas matrimoniales no tienen sentido, por principio, si lo que constituye un matrimonio es simplemente un sentimiento emocional intenso, una idea plasmada en el eslogan;: “El amor hace una familia”. No hay razón para que el amor adulto consentido tenga que ser permanente o limitado a dos personas, y mucho menos sexualmente exclusivo. Y así, a medida que la gente internalice esta nueva visión del matrimonio, el matrimonio será cada vez menos una fuerza estabilizadora.

Preservar la definición de matrimonio entre hombre y mujer es la única manera de preservar los beneficios del matrimonio y evitar los enormes riesgos sociales que acompañan a un régimen matrimonial sin género. ¿Cómo puede la ley enseñar que los padres son esenciales, por ejemplo, cuando oficialmente los ha hecho opcionales? Sin embargo, la esencia del matrimonio como unión entre un hombre y una mujer se ha convertido en una verdad no deseada.

Desde el comienzo del Génesis hasta el final del Apocalipsis, la Biblia está repleta de imágenes conyugales y el lenguaje de marido y mujer. Ningún  activismo puede  derribar la verdad sobre el matrimonio que se expresa en la fe, la razón y la experiencia humana universal.

Ahora debemos encontrar formas de reconstruir una cultura matrimonial. El primer paso será proteger nuestro derecho a vivir de acuerdo con la verdad.

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