La Cuaresma es un momento especial del año litúrgico donde muchos de nosotros nos embarcamos en un viaje espiritual lleno de reflexión y sacrificio. Comenzamos este período con grandes resoluciones: ayunar más, orar más, dar más. Sin embargo, al final, podemos sentir que hemos fallado en nuestros intentos. Pero, ¿es esto lo que realmente importa?
Más allá de nuestros esfuerzos terrenales, lo que Dios busca de nosotros es simple: nuestro amor y nuestra entrega completa. Este acto de rendición puede ser difícil, pero es lo que nos acerca más a la esencia de la Cuaresma.
Mientras nos preparamos para esta temporada santa, recordemos que el verdadero propósito de la Cuaresma va más allá de cumplir con una lista de tareas piadosas. Se trata de una relación renovada y más profunda con Dios. Se trata de ofrecer todo lo que somos, incluso nuestras imperfecciones, para que Él lo haga santo y aceptable.
Así que este año, comencemos esta Cuaresma con un corazón esperanzado y entregado. Porque cuando nos rendimos a la voluntad de Dios, encontramos la paz que tanto anhelamos. Y al final, es este acto de amor y entrega lo que verdaderamente agrada a Dios, no solo en esta temporada, sino siempre.