“He aquí la esclava del Señor…”. Ningún otro ser humano experimentará exactamente lo que María vivió, pero todo ser humano comparte esto: Dios habla a nuestro corazón y nos da a conocer su voluntad. No vemos ángeles, no escuchamos voces, pero sabemos lo que Dios nos pide. Lo que Dios pide no es tan dramático como lo que le pidió a María, pero tampoco es juego de niños. Dios nos pide que vivamos como discípulos del hijo de María, poniendo el bienestar general, el bienestar de las personas y la salud del planeta delante de nuestra propia comodidad y conveniencia. Esto podría no ser nuestro primer instinto, ya que estamos predispuestos a buscar nuestra propia autoconservación, pero es lo que pide Dios—vidas en las que todas las opciones están gobernadas por la caridad, la misericordia y la justiciar. Dios le pidió mucho a María y ella dijo sí. A medida que se acerca nuestra celebración del Nacimiento de su hijo, hagamos una pause cada día para preguntarnos sin nosotros también estamos diciendo sí.
4 Domingo de Adviento
