Abrirnos a la luz

Cuando nos disponemos a dejar que la luz de la vida se cuele en nuestra vida , toda pobreza y toda grieta se convierten , paradójicamente , en lugar de gracia . La fragilidad se revela entonces como espacio privilegiado de comunión
Para saborear esa buena noticia : los pobres, los pequeños , son los primeros anunciadores; la salvación es para todos , pero se difunde desde abajo.
Hay acontecimientos graves que suceden sin que consigamos achacarlos directamente a nuestra responsabilidad o la de otros.
Ante los males que escapan a nuestros control, podemos encerrarnos a llorar y seguir dando vueltas a lo negativo sin parar. También podemos respirar profundamente e iniciar un itinerario de apertura que nos lleve a descubrir opciones que nunca hubiésemos imaginado.

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