Adviento

Bienvenidos a la primera estación del año de la Iglesia, el Adviento. En el calendario cristiano, el Adviento cubre aproximadamente las cuatro semanas previas a Navidad, comenzando a finales de noviembre o principios de diciembre. El Adviento, sin embargo, no es simplemente una cuenta atrás para la Navidad. Más bien, podríamos pensar en esta estación como una señal que marca nuestro camino, ilumina nuestro camino, señala algo más allá de sí mismo. Sí, es un tiempo de preparación para nuestra celebración del nacimiento de Jesús, pero también marca un nuevo año de la Iglesia y un tiempo para comenzar de nuevo en nuestra relación con Dios y con los demás.

Durante las próximas semanas nos encontraremos con Juan el Bautista preparando el camino para Jesús. Conoceremos a María mientras espera el nacimiento de su bebé, y a Isabel mientras da la bienvenida y celebra esta increíble noticia. En muchos sentidos, estos personajes son un grupo poco común: una joven marginada y embarazada; una mujer mayor inesperadamente embarazada y un predicador excéntrico en el desierto, pero leemos que todos están «llenos del Espíritu Santo». Son los primeros testigos de la venida de Jesús al mundo y seguimos sus historias mientras lo anuncian a los demás.

Durante el Adviento estamos invitados a un encuentro real con Jesús. Es un momento para despertar y redescubrir nuestra alegría de vivir. Es un tiempo para practicar las palabras de María: «Déjalo ser», y para estar abiertos a las aventuras que se nos presenten. Nos volvemos más conscientes de la presencia de Dios en los lugares escondidos de nuestro mundo, en nosotros mismos y en las personas que nos rodean. ¿Podemos ser señales que iluminen el camino para los demás? En esta época tan ocupada del año, a menudo nos vemos atrapados en las frenéticas alegrías y, a veces, en las luchas de la temporada. El período previo a la Navidad evoca diferentes emociones y recuerdos para cada uno de nosotros. Al entrar en esta nueva temporada y nuevo año de la Iglesia, es importante tomarnos un tiempo para controlarnos a nosotros mismos. Los textos evangélicos nos ofrecen la oportunidad de volver al principio y entrar de lleno en estos días llenos del Espíritu en los que con tanta impaciencia se espera el advenimiento de Jesús, la luz del mundo.

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