Fariseos y Publicanos

Ni el uno ni el otro rezan como le gusta a Dios. Este fariseo, qué vanidoso!. Hay que ser de verdad un poco tonto para vanagloriarse de ese modo. Creyendo adorar a Dios, se da autobombo en su pretendida virtud. Qué caricatura!. Y el publicano, otro que tal baila. Ahí se queda al fondo de la Iglesia, venga a machacar que es un pecador en lugar de darle gracias a Dios por la salvación .

En nosotros conviven tanto el fariseo como el publicano. Con esta diferencia aunque no tengamos un concepto muy malo de nosotros mismos, en cualquier caso no tenemos la cara dura de echarnos flores; nos alineamos más bien con el publicano.

Sin embargo, reconocernos pecadores no nos importa demasiado. ¿En qué puede afectar a nuestra vida?

Del mismo modo que el fariseo y el publicano, tampoco nosotros sabemos rezar, pues no sabemos situarnos delante de Dios ni delante de nosotros mismos.

Pero por lo menos tenemos el consuelo de creer que, si el pecado es más fuerte que el hombre. Dios es más fuerte que el pecado.

Esto es lo que podría traslucir la oración cristiana.No podemos rezar sin preguntarnos sobre el contenido de la fe que nutre y da sentido a nuestra relación con Dios.

No son simplemente los artículos del Credo los que pueden inspirar nuestro encuentro con Dios Padre, Hijo y Espíritu. Dios en tres personas: ¿Es simplemente un dogma lo que buscas o su rostro?

Busco tu rostro, Señor

Dice el Salmo

¿Cómo encontrarlo? En el Padre voy a la fuente del silencio. En el Hijo bebo el agua viva de la Palabra. En el Espíritu escucho la musica de su soplo. Así te adoro.

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