El mundo necesita de tu presencia, Señor; tu presencia a través de hombres y mujeres que hablen en tu nombre y obren con tu poder. Nuestros jóvenes están a la espera de nuevos modelos de santidad;nuestros corazones anhelan nuevas aventuras de acción evangélica.
Queremos tener un puesto en el mundo, no ya como una asociación respetable, sino como una levadura dinámica en una sociedad inerte.