Señor, tú eres glorioso y sumamente exaltado, de naturaleza invisible e inescrutable en tus juicios; tu vida es indeficiente, tu permanencia no puede alterarse ni fallar jamás, tu obra no necesita esfuerzo, tu grandeza es ilimitada, tu excelencia perpetua, tu habitación inaccesible, tu morada incambiable, tu conocimiento no tiene principio, tu verdad es inmutable, tu labor no requiere asistentes, tu dominio nadie lo puede arrebatar, tu monarquía carece de sucesión, tu reino no tiene fin, tu fuerza es irresistible, tu ejército muy numeroso. Tú eres el Padre de la sabiduría, el Creador de la creación, a través de un Mediador, como la causa; el que otorga la providencia, el dador de las leyes, el que satisface cada necesidad, el que castiga al impío, y el que recompensa al recto; el Dios y Padre de Cristo, Señor de los que le son devotos, cuya promesa es infalible, cuyos juicios no admiten soborno, cuyos sentimientos son inmutables, cuya piedad es incesante, cuya acción de gracias es eterna, por medio de quien toda naturaleza racional y santa debe rendirte dignamente adoración.
Oración de Alabanza
