Oración

Oh, Señor,
me llamas y no te escucho,
me reclamas y te rechazo.
Tú insistes y me hablas.
Quieres entablar un diálogo con mi pobde la oscuridad de las tinieblas para
conducirme hacia el gozo de tu luz. En mi soledad te encuentro,
cuando me alejo de los ruidos de la sociedad,
cuando dejo a un lado el auto, el teléfono
y el control remoto de la televisión.
Te encuentro porque en esos momentos
siento hambre de algo más,
de algo que desde dentro me dice que esa plenitud interior
la tecnología de hoy no me la puede ofrecer. Siento hambre de amigos y amigas,
de caminantes dispuestos a acompañarme
en mi travesía diaria.
Siento hambre de lo “intangible”,
de lo que no se toca, ni se mide, ni se palpa
con los sentidos.
Siento hambre de amor, de justicia y de paz,
de misericordia y de saber que estoy perdonada reza
y, sobre todo, quieres rescatarme A fin de cuentas—lo tengo que admitir—
siento hambre de Ti y de todo lo que Tú me ofreces.
En este comienzo de la Cuaresma,
me doy cuenta de que me ofreces
todo lo que eres, Señor.
Me doy cuenta de que Tú te entregas a mí
y me ofreces tu vida y tu amor,
tu misericordia y perdón;
Todo tú Señor, gratis para mí y para el mundo.

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