Pedid y se os dará

 “Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá.8»Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 9»¿O qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, 10o si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11»Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?”.

 Mateo 7.7-12

El precepto de orar está expresado en tres verbos que presuponen el mismo objetivo: Pedid, buscad, llamad (v. 7). La repetición de esta especie de sinónimos sirve para enfatizar el precepto, la necesidad y el resultado. Pedid, como pide limosna un mendigo. Quienes desean ser ricos en gracia y bendiciones de Dios, han de dedicarse a este modestísimo oficio de mendigos y verán cuán productivo les resulta el negocio. Cristo llama a nuestra puerta (Cnt. 5:2; Ap. 3:20) y nos permite llamar a la suya, cosa que no solemos permitir a los mendigos corrientes. Buscar y llamar implican algo más que rogar y pedir; no hemos de contentarnos con pedir y preguntar, sino que hemos de buscar, y mostrar nuestro interés por medio de nuestro esfuerzo; y si no hacemos por buscar lo que pedimos, quizás estamos tentando a Dios. No sólo hemos de preguntar, sino también llamar a la puerta de Dios, e importunarle; no sólo orar, sino suplicar ardientemente en lucha con Dios, como Jacob, si bien no hemos de olvidar que es Dios quien inicia la pelea (Gn. 32:24) para obligarnos a luchar en oración con Él (Os. 12:3).

II. El precepto de orar lleva añeja una promesa: nuestra labor en la oración, si en verdad laboramos en ella, no quedará en vano. Dondequiera que Dios encuentra un corazón orante, será encontrado como un Dios escuchante; si se le ruega con corazón contrito y humillado, Él da respuestas de paz.

En efecto, hay promesa de Dios de que la oración tendrá una respuesta que corresponda exactamente al precepto de orar (v. 7). Dios saldrá al encuentro de los que le buscan: Pedid, y se os dará; no dice: se os prestará o, se os venderá, sino: se os dará, y ¿hay algo tan generoso y barato como un regalo? No hay más que pedir, y ya lo tienes; no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal (Stg. 4:2–3). Lo que no se considera de suficiente valor para pedirlo, tampoco tiene suficiente valor para concederlo. Buscad y hallaréis, y entonces no habréis perdido vuestro trabajo. Dios mismo es hallado por los que le buscan (Is. 55:6), y si le tenemos a Él, ya tenemos bastante. Llamad y se os abrirá; la puerta de la gracia y de la misericordia ya no estará más cerrada contra vosotros como contra enemigos e intrusos, sino abierta como a amigos e hijos. Si la puerta no se abre al primer toque, permaneced constantes en la oración (Ro. 12:12), es una afrenta para un amigo el llamar a su puerta, y marcharse enseguida; aunque tarde un poco en abrir, esperamos allí

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.