No podemos prescribir un texto como si fuese un remedio, contando con determinados efectos previstos.
Es preciso que la persona se abra a él en un momento de receptividad particular para que ejerza su poder curativo.
Cuando se produce pueden suceder cosas sorprendentes, pues brotan manantiales de vida plena de sentido
La lectura pone en movimiento algo en el interior de la mente anquilosada
Eso explica la asombrosa comprobación de que los lectores asiduos tienden a ser personas más felices que los demás.
De seguro no lo serán por haber recibido menos golpes del destino, sino más bien porque la lectura continuada les ha enseñado a entretejer los contratiempos en su vida dándoles un sentido
Se transforma en auténtica portadora de esperanza
La felicidad puede encontrarse. Sabemos que no puede comprarse, ni producirse, menos aún forzarse. Se nos ofrece en “un golpe de fortuna”. Pero en su expresión más sutil también es “hallable”.
¿Dónde? En el espacio cotidiano que nos fue asignado y que ocupamos con constancia y sencillez, afirmando con risas y cantos, aquello para lo que hemos sido llamados
Salta, a pesar de tu miedo y tu ceguera; salta a los brazos de la confianza primordial.