Sabiduría para la larga andadura de la fe

De la lectura del libro “Dirección espiritual. Sabiduría para la larga andadura de la fe”, escrito por Henri Nouwen, y desarrollado por sus editores Michael J. Christensen y Rebecca J. Laird, y publicado por Sal Terrae este mismo año, son estos textos que compartiré en los próximos días. Creo que pueden darnos coordenadas útiles para entender mejor el lugar del maestro, del acompañamiento o dirección espiritual para nuestro crecimiento humano y cristiano.

Dirección espiritual supone decidirse a dar cabida a Dios en nuestra vida, lo cual exige tiempo y compromiso. Cualquier práctica de la dirección espiritual proporciona la oportunidad de una amistad espiritual y el tiempo y la estructura, la sabiduría y la disciplina para crear en tu vida un espacio sagrado en el que Dios pueda actuar. Al crear un espacio sagrado, reservas una parte de ti e impides que tu vida se vea completamente repleta, ocupada o preocupada. La dirección espiritual proporciona la “dirección» de la casa de tu vida, a fin de que puedas ser “dirigido” por Dios en la oración. Cuando esto sucede, tu vida comienza a transformarse como jamás habías imaginado o previsto, porque Dios actúa de formas maravillosas y sorprendentes.
El propósito de la dirección espiritual es la formación espiritual, la capacidad cada vez mayor de vivir una vida espiritual desde el corazón. La vida espiritual no puede conformarse sin disciplina, práctica y cuenta de conciencia. Hay muchas disciplinas espirituales.
Prácticamente cualquier cosa que nos exija proceder con más calma y ordenar nuestro tiempo, así como nuestros deseos y pensamientos, con el fin de contrarrestar el egoísmo, la impulsividad o la confusión mental, puede ser una disciplina espiritual.

En mi opinión, al menos tres disciplinas o prácticas espirituales clásicas son particularmente útiles en la relación de dirección espiritual, porque pueden ayudar a dar cabida a Dios en nosotros:
1- la disciplina del corazón
2- la disciplina del Libro
3- la disciplina de la Iglesia o comunidad de fe.

Juntas, estas prácticas espirituales nos ayudarán a superar nuestras resistencias a la escucha contemplativa y la obediencia activa a Dios, liberándonos para vivir una vida espiritual encarnada y plena”.
Henri Nouwen.

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