Una nueva pandemia…………….desconcierto y ambivalencia

Lo que permite el surgimiento del populismo es la debilidad de las instituciones, específicamente en el sistema partidario. Las principales características del populismo son el monismo y el moralismo, y la división de la sociedad en dos grupos: “la gente” y “la élite”, los cuales se distinguen por su moral intrínseca. Los populistas, según el académico, reclaman el monopolio sobre la defensa de los intereses de “la gente”, frente a los “intereses particulares” de la élite, a la cual los populistas pretenden combatir.

El populismo, siendo generalmente un movimiento antiélites, de aspiraciones autoritarias y de oposición al multilateralismo, presenta a su vez tendencias diversas.El de izquierdas suele resaltar la desigualdad, presentándola como una desigualdad vertical, y hace hincapié no solo en la  de índole económica, sino también en la de poder.Por otro lado, la derecha populista carga su mensaje con un discurso antiinmigración y contrario a las minorías que rompen con los principios más tradicionalistas. Lamentan así la pérdida de algunos valores propios del conservadurismo clásico, y reaccionan de manera hostil para tratar de evitar que estos colectivos irrumpan en el marco del poder político.

Los populistas un día son los héroes de la patria y en poco tiempo se les puede evaporar el apoyo popular porque estos líderes no tienen una base popular muy duradera ni sólida. Su incentivo es aumentar el poder y la intensidad del vínculo con la población al máximo posible y esto lleva a varias tendencias. Primero, que los populistas –como no tienen vínculo institucional– consideran a las otras instituciones como amenazas, como limitaciones a su poder y quieren disminuir la independencia de estas instituciones, tratan de hegemonizar el poder político. También, dado que no tienen un vínculo institucional con los seguidores, tratan de aumentar su aceptación a través de la polarización, donde nosotros (los populistas) somos “los buenos” y la oposición no es una competencia leal sino “los enemigos”. Esta idea de que la oposición está conformada por “los enemigos” acarrea una tendencia hegemónica muy fuerte, que a su vez lleva a conflictos sociales y políticos intensos porque la oposición también responde en términos intransigentes. En este sentido, la polarización destruye el pluralismo y constituye una amenaza para la democracia

La tecnocracia liberal y el populismo-
La tecnocracia liberal fortalece el populismo. Los tecnócratas y esto puede ser una caracterización dura pero no una absoluta caricatura sostienen que solo hay una solución lógica para un desafío político específico (recordemos la postura del gobierno alemán durante la crisis del euro). Tanto ciudadanos como parlamentos no pueden hacer otra cosa que aceptar la solución propuesta porque no hay más debate razonable. Todo el que se oponga a dichas políticas se revela como irracional. Y con esta postura se les allana el camino a los populistas para que pregunten: «¿Y aquí dónde están las personas, los ciudadanos? ¿Cómo puede haber una auténtica democracia sin opciones entre las que elegir?». Lo cierto es que los populistas no son en realidad partidarios de una mayor participación de los ciudadanos de a pie en las decisiones de Estado. Y si los ciudadanos apoyan a los populistas, los tecnócratas se sienten justificados para tomar tantas decisiones como sea posible, tan lejos de la gente. Y así se entra en un círculo vicioso.Lo que parece ser menos obvio, porque tecnocracia y populismo parecen extremos opuestos, es que ambos compartan una característica importante: son formas de antipluralismo. Los tecnócratas entienden que solo hay una solución política correcta; los populistas afirman que solo hay una verdadera voluntad del pueblo soberano (al que ellos representan en exclusiva). Quien no esté de acuerdo con ellos es un traidor al pueblo. A ninguno de los dos le interesa el intercambio de opiniones, no hay espacio para el debate y al final, no hay necesidad. En pocas palabras: ambos son un peligro para la democracia, y el hecho de que se retroalimenten es todavía más peligroso.
El discurso populista agrupa las opresiones de clase, étnicas y culturales en dos campos irreconciliables: el pueblo que comprende a la nación y a lo popular contra la oligarquía maligna y corrupta. La noción de lo popular incorpora la idea de conflicto antagonista entre dos grupos, con la visión romántica de la pureza y la bondad natural del pueblo.
El populismo es una forma de incorporación política que ha tenido rasgos democratizadores y autoritarios. A la vez que regenera la democracia, politiza las desigualdades sociales y las humillaciones cotidianas de los pobres y de los no blancos, el populismo puede generar formas de representación que nieguen las diversidades de la sociedad en la antiutopía de la unidad del pueblo con la voluntad del líder. El populismo se mueve entre la ambigüedad de pensar a la sociedad como una comunidad con intereses homogéneos y la politización de las exclusiones para incorporar a poblaciones relegadas.

Las corrientes populistas, en su gran mayoría configuradas en partidos, y en algunos casos, surgidas desde ellos, han transformado de manera importante los sistemas políticos de las democracias más avanzadas a lo largo del último par de décadas. 

Tradicionalmente, la diatriba política entre izquierda y derecha se basaba en intereses de eminente carácter económico, y se enmarcaba en un plano mayoritariamente materialista. En la actualidad, se ha abierto una nueva confrontación entre un populismo nacionalista fuertemente conservador y otro izquierdista, cosmopolita, y progresista. En muchos casos, dichos movimientos han logrado arrastrar, hasta transformarlo, el discurso de los partidos clásicos situados en su mismo lado del espectro político.El auge del nuevo populismo tiene causas de carácter tanto socioeconómico como sociocultural, las cuales inciden de diferente manera y ostentan más o menos relevancia de cara al éxito de estos movimientos, dependiendo del país y las circunstancias concretas.El populismo se trata de una diatriba sociopolítica multicausal. 

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