Vivir el Espíritu Santo dentro de la comunidad.

Vivir en el Espíritu Santo 

Cuando una situación se enrarece o se caldea, se suele decir que las cosas están que arden, o sea que hay peligro de incendio. 

San Ignacio en su libro de ejercicios espirituales, practicaba constantemente el discernimiento de espíritus. La propia dinámica de su vida se orienta cada vez más en la dirección de la humildad, el amor y la paciencia, que al decir de la Escritura, son “frutos del Espíritu”. 

La presencia en todo del Espíritu Santo se expresa en el libro de los Ejercicios de una manera clara. Es el mismo Espíritu el que funda la alianza en el Sinaí, vive en Cristo, vivifica la Iglesia y conduce a cada ser humano a su salvación [EE 365]. El Espíritu Santo no permite la división, no se encuentra en contradicción consigo mismo. 

La “doctrina” ignaciana del Espíritu Santo es universal. Ignacio experimentó de forma tan pluralista la acción del Espíritu Santo que le parecía posible que propusiera, respecto al mismo asunto, cosas distintas a diversas personas y no verlo, sin embargo, como una contradicción: ¡el Espíritu conduce por muchos y diferentes caminos! 

Es pues el Espíritu, que nos lleva por sendas distintas, está presente no sólo a la hora del entusiasmo y la alabanza, sino en situaciones cotidianas y , precisamente también , en horas oscuras. 

Amigos en el Señor 

Así se calificaban Ignacio y sus compañeros de camino. El inicio de esa amistad en el Señor fue la práctica de los Ejercicios Espirituales que Ignacio les propuso y en la que les acompañó. Así experimentaron la amistad de Dios, su amor ofrecido y totalmente dedicado a cada uno, y esa familaridad con Dios, con el Señor, con Jesús transformó sus vidas. A partir de ahí creció la relación y la amistad entre ellos.
En síntesis es como si cada quien siguiendo espontáneamente su propia moción, tomó la decisión de dedicarse al servicio divino y a ese estilo de vida .
Queda claro pues, que el origen de los “amigos en el Señor” no fue simplemente una atracción mutua. El Principio y Fundamento de su amistad fue la conjunta pertenencia a Jesús, el servicio al que se sentían llamados y su comunitaria forma de vida espiritual. 

Esta forma de mantenerse unidos fue la mutua familiaridad y la variada comunicación mutua. 

Tuvieron la costumbre de estar juntos unos con otros tanto en las cosas espirituales como temporales. Esto hizo crecer en ellos su inclinación mutua a Cristo y que aprovecharan sus reuniones de estudio para ayudarse mutuamente en determinado campo que otro conforme a los talentos de cada quien. 

 NO OLVIDARON CUAL ERA EL FUNDAMENTO DE SU AGRUPACIÓN QUE SIGUIÓ SIENDO EL MISMO: JESUCRISTO 

Supieron transmitir el regalo de la amistad en el Señor insistiendo en mantenerse unidos por medio del intercambio epistolar, la práctica de la corrección fraterna, la oración unos por otros, el trabajo conjunto, y también gracias a la ayuda que prestaban unas reglas de vida y un estilo común de proceder en público y privado. 

Toda comunidad padece una fuerte tensión interior: es y quiere ser una comunidad en misión. El servicio y la vida comunitaria no son siempre fácilmente conjugables. Esta tensión la sentimos los que tenemos una familia y además, estamos comprometidos en una vocación concreta que nos obliga a dejar nuestro ámbito con frecuencia. 

Quemado es una palabra común, pero también una señal seria de advertencia que muestra que la amistad en el Señor y la amistad de unos con otros está amenazada por un exceso de trabajo y activismo. 

En el Evangelio se presentan unidos la amistad y el servicio.
De la mutua aceptación se pasa a la amistad: “Ya no os llamo siervos. A vosotros os he llamado amigos porque os comuniqué cuanto escuché a mi Padre”(Juan 15,15). La amistad crece por la actitud abierta , por el compartir mutuo y por el escuchar juntos la palabra de Dios. En la muerte y resurrección de Jesucristo se revela la gloria divina, que es vínculo de unión de toda comunidad cristiana:”Yo les dí la gloria que tu me diste para que sean uno como lo somos nosotros.Yo en ellos y tú en mí” (Juan 17,22). 

Para toda comunidad Cristiana, es válido aquel dicho del Señor: “Fue llamando a los que él quiso y se fueron con él”(Marcos 3,13-14) 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.