De lo bueno a lo excelente

De lo bueno a lo excelente hay una distancia enorme, pero de lo excelente a lo sobresaliente hay solo dos milímetros. Los dos milímetros que rompen un récord mundial, los dos milímetros que determinan la intención de un beso, los dos milímetros que diferencian a un amigo de una alma gemela, los dos milímetros que separan a un héroe de alguien que quedó en el olvido… Esos dos milímetros no dependen del talento, no dependen de la preparación; esos dos milímetros solo dependen del alma. Cuando creas haber concluido el camino, te sugiero que trates de dar un paso más. Cuando consideres que una relación se ha agotado, haz un último intento por si tuviera una postrera y milagrosa solución. Cuando vayas a finiquitar y a dar por liquidado tu sueño, respira hondo y otórgale un tiempo de prórroga hasta constatar que en efecto está muerto y no solo dormido. En definitiva: llevemos todo lo que nos propongamos en la vida dos milímetros más allá del lugar en el que habíamos decidido abandonarlo y darnos por vencidos. No perdemos nada con ese pequeño esfuerzo añadido y, quizá, este gesto baste para devolvernos la fe y cambiarlo todo.

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