Paso 1: “Doy gracias por los favores recibidos.” Para mí la clave no es cuánta gratitud tenemos sino identificar cuáles son exactamente esos favores que yo he recibido personalmente de parte del Señor. No puedo examinar mis pecados hasta que primero haya descubierto y aceptado las muchas formas en las que el Señor me ha mostrado su amor durante el día. Al principio, me costaba bastante tiempo hacer el Paso 1, pero ahora comprendo que es la base del Examen.
Paso 2. “Pido la gracia para reconocer mis pecados.” Aquí la clave es la gracia. Descubrir los pecados que he cometido durante el día es principalmente acción de Dios, no mía. Ignacio puede haber aprendido esto de su lucha contra los escrúpulos. Dios sabe cuáles son los defectos que necesito identificar durante el día mejor de lo que yo mismo los conozco. Si examino mis defectos sin él y fuera del contexto de su amor, puedo quedarme atrapado en la autocompasión o la desesperación. Pero si su gracia se está haciendo cargo, veré solamente las cosas que él quiere que yo vea hoy.
Paso 3. “Examino mis pensamientos, palabras y obras desde que me levanto hasta el presente.” Generalmente he entendido este tercer paso en la forma de un ejercicio similar que Ignacio llama el “Examen particular”: Reflexionar solamente en el pecado y el comportamiento pecaminoso. Como lo dijo el padre Juan de Polanco, secretario de San Ignacio: “En cada persona generalmente hay uno u otro pecado o defecto que es la fuente de muchos otros.” He descubierto que si solamente estoy viendo de manera “generalizada” el pecado que he cometido durante el día, comienzo a naufragar. Debo concentrarme en un defecto en particular.
Pasos 4 y 5. “Pido perdón y resuelvo enmendar con la gracia de Dios.” Ahora le pido perdón al Señor. A través del Paso 1, él ya me ha mostrado que no estoy solo y que ha estado cerca de mí todo el día, así que decido mantenerme firme en este amor una vez más. Termino con la oración que Jesús nos enseñó, la cual me recuerda que debo esperar el pan de cada día que me da el Padre que me ama y que él ya me está dando todo lo que necesito hoy. El Señor siempre me dará la gracia que necesito para cambiar.
El valor del Examen particular. Como mencioné anteriormente, también he descubierto que la forma más eficaz para rezar en el Paso 3 es usar el Examen particular. He descubierto que si quiero enfocarme en un pecado o defecto en especial, debo ser capaz de identificar mi “Mentira”. La Mentira de cada quien será un poco distinta porque el maligno elabora nuestra Mentira después de un cuidadoso escrutinio de nuestro pasado, nuestras heridas, luchas y debilidades. A menudo nuestra Mentira está enraizada en el miedo al abandono o en una profunda inseguridad o temor al fracaso, y el espíritu maligno susurra esta Mentira en nuestros oídos desde que somos jóvenes.
Por ejemplo, la Mentira de una persona puede ser algo como esto: “Un día todos me abandonarán y me quedaré solo.” Al rezar con el Examen particular, esta persona buscará momentos en los cuales escuchó esta voz durante el día y procuró la atención humana o el afecto en lugar de esperar pacientemente a recibirla del Padre que la ama y siempre le concederá la aceptación que necesita.
Muchas personas descubren que cuanto más capaces son de identificar su “Mentira”, más los podrá liberar la Verdad del amor de Cristo. Yo recomiendo que hagas el Examen una o dos veces al día, a mediodía y en la noche. Hay un valor enorme en hacer una pausa a la mitad del día para observar si estás escuchando a la Mentira o a la Verdad.
Vivir una vida “consciente”. Personalmente, rezar el Examen de esta forma ha cambiado mi vida. Lentamente pero con seguridad he identificado mi propia Mentira fundamental y he comprendido la manera en que estaba escuchándola de formas pequeñas pero significativas. Esto fue lo que me condujo a comportamientos que me impedían ver la presencia de Dios y que lentamente estaban comenzado a destruirme. Igual de lento, Dios me permitió ver por mí mismo la vida “inconsciente” que estaba viviendo, y en su lugar comencé a vivir una vida espiritual rigurosamente consciente. Lo que el Señor hizo por Íñigo, también lo hizo por mí, uno de sus pobres hijos. Me despertó a la importancia de vivir una vida “examinada”.
Jesús desea darte herramientas como la oración del Examen que te ayudarán a abrir tus ojos y a liberarte. El Señor desea que veas por ti mismo la forma en que estás siendo engañado por tu Mentira. A diferencia de los peces jóvenes que nadaban en un ambiente que ellos no sabían que era agua, Dios quiere que tú y yo vivamos completamente conscientes de su presencia en nuestra vida. Este es el poder del Examen de San Ignacio, y la razón por la cual muchas personas siguen rezándolo en la actualidad.