Por favor no improvisemos

Si de verdad nuestro presidente tiene claro el panorama, todavía está a tiempo de lucirse como un estadista, tomando acertadas decisiones y aceptando sus errores; pero si no tiene tiempo para escuchar tampoco tendrá tiempo para gobernar.

Hablar de hombre de Estado exige reconocer que cuando hay cuestiones no coyunturales o que trascienden a la lucha partidaria doméstica o diaria es necesario abordarlas y resolverlas mediante acciones conjuntas y de común acuerdo.

Es sabido que una improvisación, si mil veces se hiciese mil veces sería distinta y ahora lo que está por ver es si cabe seguir improvisando en las cuestiones pendientes que caldean el momento político.

Improvisar consiste en hacer algo de pronto, sin haberse preparado previamente o sin que el entorno lo espere.

Nuestro gobierno luce , desbordado por los viejos problemas de siempre y cada vez más por los nuevos, recurre a improvisar como recurso con el que afrontar situaciones imprevistas, crisis sobrevenidas, catástrofes insólitas o simplemente aquello que no tiene un protocolo de actuación preestablecido. La improvisación se ha convertido en el último hallazgo y sucedáneo de la acción gubernativa.

Finalmente, el político puede ascender a la categoría de estadista cuando presta su apoyo a una causa o decisión que considere digna aunque sea liderada o patrocinada por otros. En confirmación de lo dicho, se reconoce que “si hay razones de Estado, la clase política es capaz de ponerse de acuerdo”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.