A veces olvidamos que las cenizas provienen del
fuego. Que este suave polvo negro fue una vez una
firme fronda verde, brillante y vibrante antes de
volverse seca y quebradiza, rígida y fibrosa. Antes
de que una llama la transformara en polvo.
Todo ser vivo se somete al cambio. No hay que
temerlo
De semilla a planta, de palma a ceniza. Este poco de
tierra que hoy mancha nuestras frentes fue traído
amorosamente en las manos del Creador.
¿En qué fuegos nos adentraremos en esta
Cuaresma? ¿Qué nuevas formas tomarán nuestras
almas cuando nos encontremos con el fuego
sagrado del Dios vivo?
Somos
-es cierto- ceniza en ceniza y polvo en polvo.
Pero ya sea en la juventud o en la vejez, en la vida o
en la muerte, estemos seguros, somos sostenidos y
somos de Dios.
Amén.
Cameron Bellm

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