Arriesgarse… o morir

Hacer algo por alguien es arriesgarse a involucrarse. Expresar sentimientos es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo. Exponer tus ideas y tus sueños es arriesgarse a perderlos. Reír es arriesgarse a parecer un tonto. Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental. Amar es arriesgarse a no ser correspondido. Vivir es arriesgarse a morir. Esperar es arriesgarse a la desesperanza. Lanzarte es arriesgarse a fallar.

Pero, a pesar del miedo que sintamos, aceptar todos estos riesgos anteriores es necesario, porque el peligro más grande de nuestra vida siempre será el no arriesgarnos por aquello que deseamos de todo corazón. Y porque la persona que no hace, no tiene, no pretende y no anhela, y que, por tanto, no arriesga nunca nada… acaso ya esté muerta, aunque todavía no lo sepa.

«Parece que es una ley de la naturaleza, inflexible e inexorable, que el que no quiere correr ningún riesgo no puede nunca ganar»

(John Paul Jones, navegante británico).

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