«No empujes al río, el fluye solo» aconseja la sabiduría oriental. No te empeñes en controlar el dinamismo de la Palabra, ella sabe bien cuál es su trabajo; y lo realizará si no le estorbas demasiado, nos dice el Segundo Isaías:
Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve,
Y no vuelven allá sino que riegan la tierra,
Haciéndola producir y germinar,
Dando semilla al sembrador y pan al que come,
Así será Mi palabra que sale de Mi boca,
No volverá a Mí vacía
Sin haber realizado lo que deseo,
Y logrado el propósito para el cual la envié.